Papá
El 14 de noviembre del 2020 falleció mi padre y hoy cumpliría años. Teníamos una relación de amistad, aunque a la distancia por vivir en ciudades distintas. Desde su partida que quiero escribir algo, pero siento que cualquier cosa que diga queda chica para el desborde de palabras que él representaba. Diré poco, y guardo el resto para mí.
Era un delirante, dentro de ciertos límites, pero sólo él conocía esos límites. Uno nunca sabía qué esperar, ni en lo bueno ni en lo malo. Verborrágico, y no por nada se dedicaba a las ventas. Una vez lo ví dormirse mientras hablaba. Podría haber sido periodista deportivo –le gustaban los autos y las carreras, los veleros y las regatas– o conductor de radio –tenía un gusto especial por la buena música. También le gustaba el arte, desde el Renacimiento a las tiras de cómics.
Un poco incomprendido. Con mucho para compartir y poco para escuchar. Enviaba mensajes todos los días, o cada dos o tres días –o dos o tres por día–. A cualquier horario. Nunca le apasionaron las computadoras, ni a mí los autos, y aún así podíamos hablar de todo un poco –o de todo un mucho–. Siempre abierto a nuevas ideas y con buen humor a pesar de cualquier circunstancia.
Lamentaré toda la vida no haber estado con él en sus últimos días, la forma en que –no– nos despedimos, no poder saludarlo ni ayudarlo. No poder compartir más tiempo juntos. Como él solía decir –con mejores palabras de las que puedo recordar– el tiempo es lo más valioso para regalarle a las personas, cada vez que esto ocurra disfrutalo.